El viernes 16 de septiembre de 2022, el Tribunal Oral Criminal Nº 1 del Departamento Judicial Quilmes con sede en Florencio Varela, integrado por el doctor Raúl Agustín Sequeiros notificó la condena de 15 años de prisión para Enzo Javier González como “coautor penalmente responsable de delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por la partición de dos o más personas”, hecho cometido entre los días 29 y 30 de marzo de 2019 en Florencio Varela, en perjuicio de la libertad e integridad sexual sobre la menor Victoria Caterina Mateluna, de 17 años de edad.

Veredicto del Jurado Popular
Cabe recordar que estos hechos fueron llevados a juicio por Jurados. Tras una maratónica jornada del día 14 de septiembre que empezó a las 10 horas y terminó a la 1 de la mañana, compuesto por 12 ciudadanos decidieron declarar culpable a Enzo Javier González de abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido por más de dos personas. Era el último imputado por la llamada violación grupal en una fiesta que se realizó en una casa del barrio Santa Rosa, en Florencio Varela. Fue víctima Victoria Caterina Mateluna de 17 años. En la oportunidad, en el juicio por Jurados se proyectó el corto del “Código Agüero”, un excelente cortometraje sobre el trabajo judicial con perspectiva de género, que realizó el Juzgado Nº 6 a cargo del doctor Diego Agüero, sobre lo que significó la “violación en manada”.
Cabe agregar que en diciembre pasado fueron condenados otros diez jóvenes a penas de entre 15 y 17 años de prisión por abuso sexual agravado por la pluralidad de hombres que participaron. Que las diez
personas condenadas en primera instancia fueron: Nahemias
Ezequiel Fernández, Laureano Martín Coria, Octavio Joel Coria,
Alexander Germán Krick, Nicolás David Barreto, Eric Hernán Krick, Matías Guillermo Lamboglia, Alan Gabriel Lazarte, Leonardo Ezequiel Silva y Emiliano Agustín Varela.
En el juicio declararon la víctima (con los resguardos necesarios); el ex novio de la adolescente; su hermano y también lo hizo una psicóloga.

Se destaca entre las más importantes cuestiones planteadas del juez doctor Sequeiros, quién dijo:
– “Esto es la manifestación de voluntad de decidir con voluntad en el caso
de involucrarse en un acto sexual. Debe ser explícito, expresó y no
ambiguo «si no hubo un sí, eso significa un no». El silencio no significa
consentimiento. Tampoco lo es la falta de resistencia. Tampoco es
consentimiento estar bajo efectos de cualquier sustancia «alcohol,
drogas, etc.» que se aproveche para cometer un acto sexual”.
– “No tengo duda alguna que la naturaleza violenta y aberrante
de la acción llevada adelante debe ser considerada en el exceso del tipo
penal, demostrativa de la humillación, denigración y cosificación de la
víctima.
– He también de acompañar la no utilización de profilaxis en el
momento de llevar adelante la tortura sexual a la que fuera sometida
Victoria”.
– “Finalmente y más allá de las oportunas instrucciones que diera
quien suscribe al jurado respecto del contexto en que se diera el hecho,
que recibió la protesta de la defensa, he de recordar nuevamente que la
situación en que tomara parte González es claramente una gravísima
vulneración a la dignidad humana, infligiendo una particular crueldad y
vejación a la víctima, cosificándola, valiendo tener en cuenta el
aprovechamiento del estado en el que se encontraba, al que había sido
llevado por el grupo de intervinientes con claras intenciones de atacar
contra su integridad y libertad sexual”.
-“Martirio sexual a la que fue sometida Victoria en una clara
relación desigual de poder, basada ésta en una idea de inferioridad
femenina que en definitiva -vaya si lo hu…”
– “Digo esto porque también es dable recordar que es nuestro Estado
Nacional quien asumió el compromiso al adoptar y suscribir la
Convención Belem do Pará (art. 75 inc. 12 de la C. N.), para combatir y
erradicar cualquier tipo de violencia contra la mujer: física, moral,
psicológica, económica, verbal y –como en el caso- la sexual.
-En definitiva y va de la mano –con apego del principio de
legalidad penal- al respeto de los compromisos asumidos por nuestro
Estado Nacional, de erradicar cualquier forma de violencia contra la
mujer, en todos y cada uno de sus aspectos, tratándose sencillamente de
la protección a la mujer”.

Enzo Gónzalez: “Soy inocente”
El ahora condenado, Enzo Javier González, dijo que “Soy inocente porqué tengo que ir a la cárcel. No hay nada en mi contra. No hay ADN”. Además aseveró desconocer a Victoria y que tampoco entendía por qué había llegado a ser vinculado con el proceso judicial.

Sentencia:
“CONDENAR a ENZO JAVIER GONZÁLEZ, cuyas demás
circunstancias personales obran en autos, a la pena de quince (15) años de prisión, accesorias legales y costas, ello por considerarlo coautor penalmente responsable de delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por la partición de dos o mas personas, hecho cometido entre los días 29 y 30 de marzo de 2019 en Florencio Varela, eperjuicio de la libertad e integridad sexual de Caterina Victoria Mateluna.
Rigen los artículos 18 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional;
Convención “Belem do Pará”; 168 y 171 de la Constitución Provincial;
5, 12, 29 inciso 3°, 40, 41, 45 y 119 párrafo primero, segundo, tercero y cuarto inciso d) del Código Penal y 1°, 3, 106, 210, 372, 373 y 375 y 375 bis y concordantes del Código Procesal Penal.

Victoria
El abuso sexual grupal del cual fue víctima Victoria Mateluna, quien al momento del hecho -30 de marzo de 2019- era menor de edad y había asistido a una fiesta “previa” junto a varios conocidos y otras chicas del barrio.
Vivía en una villa de cartoneros a la sombra de la cancha de Defensa y Justicia en Florencio Varela. Una mujer, la madre de una amiga, la refugiaba allí, detrás de una puerta de chapa con un trozo de alambre como picaporte, entre montoncitos de ropa mojada que no habían resistido el fuego. Victoria tenía apenas 17 años y seis días antes de ese encuentro había sido víctima de una violación grupal en su barrio, el Santa Rosa, durante una fiesta frente a la canchita de la zona. Se turnaron para someterla, burlándose de ella. Se despertó a la mañana siguiente, en pánico, con sus breteles destrozados, con el piso mojado y un olor punzante a lavandina. Así, corrió por una calle sin asfalto y encontró un patrullero de la Bonaerense. Luego, hizo la denuncia.
Victoria había vuelto al barrio hace poco, tras salir de un hogar de madres solteras donde vivía junto a su bebé de un año. Sus lazos familiares eran pocos. Estaban sus hermanos Ángel y Franco, un adicto al paco, ladrón de una banda de pirañas del Bajo Flores, que entraba y salía de granjas y comisarías. Su padre biológico había muerto. Su madre biológica la había abandonado hacía años. Su padrastro, Carlos Rolando Acosta, “Carlinchi”, un ex hampón en silla de ruedas a causa de un tiro que recibió en la columna, la había violado desde sus 15: era el padre de su bebé.