Dispersos por todo el predio situado en Santa Rosa, un bullicio no solo típico de las actividades en plenitud sino constante hasta el cierre con abrazos y “hasta mañana”. Con el resguardo de los árboles, gorritos, la destreza en postas e itinerarios junto a una indispensable cuota de alegría.
El hilo conductor en los encuentros lúdicos, la energía a toda máquina, algunos desafíos, infinidad de risas. Las y los profesores llevaron la batuta: ágiles, creativos para las propuestas, pacientes, con un expertirse no solo en reconocer la inquietud de los rebeldes sino en descubrir la forma de integrarlos al grupo, sin sobresaltos.
Si bien la ansiedad estuvo directamente vinculada al ingreso a la pileta, las expectativas lograron cumplirse al momento de compartir con los pares. “Pensé que me iba a salir todo mal, pero sé que eso solo estaba en mi cabeza”, confesó la pequeña Melany -de Pico de Oro-, hábil en identificar algunas de las barreras que pudo derribar durante la iniciativa cuando afirmó: “Me encantó el lugar, hice amigas, pero no amigos”.
Oriunda del mismo barrio, Renata narró: “Yo vine desde muy chiquita, siempre me gustó”. “Me pareció increíble”, enfatizó en sílabas la última palabra. Entre sus preferencias, destacó “los juegos que nos dieron las docentes”. Algo confiada en su asidua participación en las instalaciones, también presumió con una ceja levantada “mi amiga vino a hacer hockey acá”.
Tras un recorrido por el circuito diagramado, el intendente Andrés Watson observó “la diversión de los chicos y las chicas como parte de la vinculación por fuera del ámbito escolar”. El Mandatario Comunal explicó “la disposición absoluta de los polideportivos para entretenerse en las vacaciones, en distintas franjas etarias, con un esquema diseñado para el disfrute”.