Es la base de la confianza y de la credibilidad en las personas y, también, en las instituciones. Más aún cuando, por el cargo, la jerarquía y la función asignada, se debe tener una conducta ejemplar hacia los demás.
En nuestro país no existe cargo, jerarquía ni función más alta y honorífica, y por ende, de mayor responsabilidad y ejemplaridad, que la de Presidente de la Nación.
Es por eso que la conducta de nuestro Presidente, Dr. Alberto Fernández, en relación a la fiesta de cumpleaños de su pareja Fabiola Yañez, es grave y criticable por varias razones:
Al violar el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio desconoció la ley que él mismo dictó y quedó incurso en el ilícito previsto en el art. 205 del Código Penal.
Ocultó esa fiesta, a pesar de que tuvo lugar en una sede del Gobierno Nacional como es la Residencia Oficial de Olivos, y cuando trascendió mintió al intentar desvirtuar esa información.
Por último, ante las pruebas fotográficas innegables de la fiesta y de la cantidad de personas presentes, pretendió justificarse en el exceso de trabajo, en sus múltiples reuniones, para finalmente intentar eludir su responsabilidad “descargando la culpa en otro”, nada menos que en su propia pareja.
Cabría recordarle al Doctor Alberto Fernández que el Presidente de la Nación nunca debe mentirle al Pueblo y que, como decía un colega suyo, “cuanto más alto subís en la montaña más fuertes soplan los vientos”, así que para afrontarlos más vale tener la decisión, disponer del equipo y contar con la preparación adecuada, de lo contrario fracasarás en el intento.
DARDO OTTONELLO